JOSE APARICIO Y EL CONSULADO

Jose Aparicio, pintor de cámara de Fernando VII

Bajo la dirección de Vicente Suarez Ordoñez, y siguiendo los planes de trabajo vigentes, ordenados y regulados debidamente , con la anuencia de la Real Academia de Bellas Artes valenciana, empiezan los estudios en la ciudad. Es en la «Crónica de Viravéns» donde hallamos los nombres y apellidos de los estudiantes primeras: Ramón Guillem y Llobregat, Joaquín Berenguer, Vicente Rodes y Artés -escribe Artés en vez de Aries, que es el verdadero-, José Peyret y Basque y José Aparicio Inglada. Una lista menguada, ciertamente, que se ampliara con otros aspirantes José Aparicio Inglada (1770-1838), alicantino de cuna, realiza sus estudios en San Carlos de Valencia y los continua a partir de 1792 en San Fernando de Madrid, obteniendo de Carlos IV en 1798 una pensión de doce mil reales anuales para perfeccionar su arte y su «profesión» en el «extranjero», concretamente en Paris. Esta beca avala su oleo «Godoy presentando la Paz a Car­los IV».

 

Godoy presentando la paz a Carlos IV de José aparicio (1796)

Ya en Francia Aparicio acude al estudio del gran pintor Louis David,

padre del academicismo galo, siendo profunda la relación maestro-alumno que a partir de entonces se establece en una época en la que cuantos españoles se trasladan a la ciudad del Sena entran en contacto enseguida con el autor de «El juramento de los Horacios».

Aparicio aprovecha su estancia en Paris y en el Concurso General de premios al que aspiraron «gran número de Naciona­ les y extranjeros», de 1805, es premiado por aquel «Gobierno con una gran medalla de Oro», exponiendo un ano más tarde su obra «La fiebre amarilla de Valencia» en el Museo Napoleón.

No cabe duda que estos aciertos le valen al artista el visado para Italia. Estamos en 1807 y el propio pintor señala: «En virtud de esta honorifica distinción se le mandó pasar a Roma para que. Acabase de perfeccionarse en la pintura … «. Pinta entonces «El rescate de cautivos en tiempos de Carlos III» y la obra es expuesta en la Chiesa della Rotonda, logrando como resultado el nombramiento de académico de mérito de San Lucas.

jose aparicio-retrato de cautivos

La invasión napoleónica en España le retiene en el extranjero, hasta el regreso con «dos caxones con pinturas … para el Rey Nuestro Señor». Tratará entonces de rentabilizar su expatriación y ya descaradamente suplicará beneficias, sueldos atrasados -la pensión- y cargos honoríficos, hacienda gala de su patriotismo -las más de las veces patrioterismo interesado- al negarse a reconocer al intruso José Bonaparte como rey de los españoles, si bien había pintado un delicioso retrato de Carolina Bonaparte, esposa del general Murat.
En 1815, Aparicio escribe al rey «Suplicando se digne nombrarle Pintor de Cámara, con aquel sueldo que. sea del superior agrado de V.M., no bastando para mantenerse con su familia la pensión que disfrutaba en Roma … » y el 23 de agosto de dicho año el pintor alicantino pasa a formar parte de esa pequeña corte de artistas al servicio de la corona.

Comienza Aparicio «Las glorias de España», e inicia una etapa de cierta intensidad. De sus pinceles sale el buen retrato del sacerdote Manuel Regidor Brihuega, hoy pieza valiosa en el Bowes Museum de Londres; se conoce igualmente un boceto de «Batalla de moros» y quizá unas «estampas obscenas», temas clásicos con toda seguridad, que copia de vaciados de yeso y algunas estatuas deterioradas.

En 1817 es creado académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando, y en febrero del 29 académico de mérito. Todo un record, sin duda.

El análisis de la obra de Aparicio, de todo su conjunto—obras religiosas, retratos, temas tomadas de la Biblia y cuadros del género histórico- permite que se le sitúe en el neoclasicismo tardío, propicio a la mitología y a la escenificación ampulosa. Aparicio es un pintor alicantino fuera de Alicante. Sale de su tierra y no vuelve.

 jose-aparicio-inglada-judith-con-la-cabeza-de-holofernes

Sin embargo, quedan en Alicante algunas piezas de su primera época, tales como: «Judith con la cabeza de Holofernes», «Retrato de dama» y posiblemente «San José y el Niño» y «Santa Mártir», con una probable «Alegoría de la navegación» que, procedentes del Consulado figuran hoy en la colección de la Diputación Provincial.

Que es un pintor escenográfico, dado a la parafernalia compositiva -lo que le acredita como buen dibujante-lo corroboran trabajos como «La batalla de San Marcial», «El desembarque de Fernando VII» y «El hambre de Madrid», entre otros óleos; y es necesario igualmente vincularle al grupo del pintor francés David a través de los ternas como «Patroclo», «Combate de Horacios y Curiacios» y «Ataifa y Joan». En el retrato Aparicio se muestra más suelto y natural, encajando desde el primer momento la figura que trata: «General Castaños», «General Rea­ ding», «Diego Robada¡án», etc.

jose aparicio el hambre de Madrid

Quizá de toda su producción el cuadro «El hambre de Madrid», inmensa tela en sus dimensiones (3,15 x 4,37 metros), fechable en torno a 1815, sea la obra más conocida por divulgada; lienzo que alcanzó una cotización (60.000 reales) en su momento superior a la propia «Rendición de Breda«, de Velázquez, lo que no deja de ser curioso y a la vez testimonial de una época en la que se valoraban más las circunstancias sociopolíticas, las intrigas y los comentarios literarios – no críticos-que la bondad artística y, desde luego, estética.

La temática histórica -la historia más cercana, la referida a las efemérides más próximas y a los monarcas más inmedia­ tos-continúa más tardíamente con «El desembarque de Fernando VII en la isla de León, en Cádiz», de 1827, cuyo boceto se encuentra en el Museo Romántico de Madrid.

Con los primeras contratiempos en su salud, dolencias que aparecen a causa de una pulmonía en 1833, recibe Aparicio la Cruz de Prisionero Civil, y desde palacio se. le declara «cesante», falleciendo en Pozuelo de Alarcón el 6 de marzo de 1838

Datos obtenidos de: LAS ARTES PLÂSTICAS DURANTE EL SIGLO XIX de ADRIAN ESPÎ VALDÉS. Universidad de Alicante

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