LA ESCUELA DE CASANOVA

Hasta aquí los artistas nacidos en la provincia de Alicante debían emigrar para formarse. Sin embargo, a mediados de la década de los ochenta la situación cambiara radicalmente cuando el pintor alcoyano, Lorenzo Casanova Ruiz, abra una academia de arte en la ciudad de Alicante. Esta pequeña escuela se convirtió en un punto de referencia para los artistas que nacieron a partir de la década de los años sesenta. A ésta le seguirá una escuela en Elche dirigida por Pedro Ibarra (1888) y otra en Alcoy liderada por Fernando Cabrera de la que hablaremos más adelante.
Lorenzo Casanova Ruiz. (Alcoy 1844-Alicante 1900) no contaba con una tradición artística en casa.
Su padre, carnicero de profesión, le envía muy joven a Valencia, desde donde se traslada con unos veinte años a Madrid. La Academia de San Fernando, dirigida entonces por Federico de Madrazo, será su escuela.
Terminada la carrera, gana una pensión de la Diputación alicantina para residir en Roma de 1874 a 1878, tras la cual decide continuar en esta ciudad autofinanciándose gracias a la venta de pequeñas tablitas y probablemente acuarelas. Como atestigua Rafael Coloma en un texto sobre el pintor: «Poco sabemos de Casanova durante Su estancia en Roma. Solo que trabajo mucho y pinto gran cantidad de acuarelas».
En 1882 según el mismo autor aun sigue en Roma. Al volver a Alcoy, además de los temas de casacón y de género probablemente la pintura que le dió de comer durante sus últimos años de estancia romana-, realiza obras de carácter religioso como: “El éxtasis de San Francisco”, “La Asunción de la Virgen” o “La Adoración de los pastores”. 
Son también comunes en su producción los cuadros de costumbres religiosas tan del gusto de la pequeña burguesía de la época, como “El fraile y el bodeguero” de 1884.
E n 1885, ya en Alicante, abre su academia en la avenida Doctor Gadea. Hasta tai punta se convirtió dicha escuela en el lugar en el que se formaban los creadores alicantinos que, a partir de 1890, parte de las pensiones que la Diputación concedía para estudiar fuera se transformaran en una subvención para que los solicitantes de las pensiones de ese año que habían sido excluidos –Lorenzo Pericas, Rafael Hernandez, José López Tomas y Vicente Bañuls-, puedan estudiar con Casanova.
Una academia que, como dice de forma paternalista Carmelo Calvo en sus Bocetos episodios, también tiene como estudiantes «un grupo de niños en el que no se sabe que admirar más si la hermosura del sitio o la belleza de su alma».
Este aspecto, el de la educación artística de las mujeres, es de importancia capital en la modernización de la pintura en Alicante, pero sigue necesitado de estudio. Vetados en España a los estudios artísticos oficiales para las mujeres hasta finales de los años setenta – años en los que aparecen matriculadas varias alumnas en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado-, lo cierto es que los estudios de pintores, algunos de ellos especializados en la educación de las señoritas, fueron una alternativa para
aquellas que deseaban estudiar arte a finales de siglo.
Lorenzo Casanova- El sueño de Don quijote